Prólogo
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Cuando las personas tienen mala suerte, incluso beber agua fría les tapará los dientes.
Ese fue el único pensamiento que vino a la mente de Ling Yunfan cuando saltó del segundo piso.
A Ling Yunfan siempre le había disgustado la lámina del balcón de la planta baja de su casa autoconstruida. Siempre le había parecido oxidada y destartalada y le preocupaba que pudiera caerse y golpear a alguien algún día. Pero ahora, está lámina lo ayudó bastante, minimizando la fuerza de la caída para que no fuera incapaz de levantarse y correr.
Ling Yunfan golpeó con fuerza la lámina, rodó de lado y cayó sobre el duro cemento, lo que hizo que sus ojos se pusieran vidriosos de dolor.
El sonido que hizo la lámina al ser golpeada resonó en el oscuro y tenebroso callejón durante mucho tiempo, luego alguien asomó la cabeza desde el balcón del segundo piso y señaló a Ling Yunfan, que había caído en el piso inferior, gritando: — ¡Rápido! ¡Todos ustedes, bajen ahí! ¡Atrápenlo! No dejen que escape.
Sin importarle el dolor de las rodillas y codos, Ling Yunfan se obligó a levantarse, se tambaleo y empezó a caminar apoyándose en la pared para salir del callejón.
Eran ya las tres de la mañana, y desde la entrada del callejón la calle exterior estaba vacía, con sólo la luz amarilla de las farolas dispersando la soledad.
Aunque Ling Yunfan había hecho todo lo posible por escapar, el sonido de las maldiciones y la persecución detrás de él se acercaba cada vez más.
Cuando uno se encuentra en una situación desesperada, siempre puede sacar algún potencial.
Ling Yunfan apretó los dientes, dobló ligeramente las rodillas y empezó a correr, arrastrando su cuerpo, que le dolía hasta los huesos.
Con eso, salió corriendo del callejón.
Quién iba a decir que, en el siguiente segundo, el sonido desgarrador de una bocina y unos frenos sonaron al unísono, el reflector brilló tanto que no podía abrir los ojos.
El auto no iba rápido y los frenos estaban a tiempo, pero aun así golpeó a Ling Yunfan.
Ling Yunfan volvió a caer, golpeándose la nuca contra el suelo.
Verás, pensó, cuando tienes mala suerte, ni siquiera puedes beber agua fría sin que se te tapen los malditos dientes.
Ling Yunfan no se desmayó de inmediato, estaba acostado en la fría y asfixiante carretera, sólo sintiendo que el cielo daba vueltas y sus ojos se nublaban, su corazón primero maldijo y luego empezó a alegrarse.
Aunque había sido atropellado por un auto, al menos no lo atraparían.
Si el dueño del auto tuviera conciencia, lo llevaría al hospital y pagaría las facturas médicas.
Ling Yunfan estaba pensando en estas cosas de forma diluida cuando sintió que alguien se agachaba a su lado.
Ling Yunfan pensó para sí mismo: debía ver qué clase de persona estaba al lado suyo antes de desmayarse.
Ling Yunfan se esforzó por girar la cabeza para mirarlo. Estaba acostado de lado, por lo que lo que se veía al principio era una carretera asfaltada llena de grava, seguida de farolas de color amarillo lechoso y un círculo de luz cegadora, y luego el cielo nocturno adornado con puntos de estrellas.
Finalmente, los ojos oscuros de tinta del hombre aparecieron.
En el momento en que vio a esa persona, Ling Yunfan dejó escapar un miserable aullido en su interior.
Si hubiera sido culpable, la ley lo habría sancionado, en lugar de permitirle reunirse con Ji Canghai en el punto más bajo de su vida, en el momento más miserable.
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